Día 17

BITÁCORA DE LA CUARENTENA

Día 17

Artista: FRANCISCO MUÑOZ

Palabra: ECO

 

Átomo de oro, 2020

Guajes, bastones de madera, discos y estructura de metal, esmalte

600 x 500 x 500 cm

En su centro, la obra encuentra su punto de origen, erigiendo como máscara reluciente un disco dorado. En levitación, el disco ardiente se contrae y se extiende, expulsando y multiplicando con fuerza una multitud de rayos y figuras horizontales. Explorando distintos niveles y alturas, las extremidades se expanden en un circuito perpetuo.

A raíz del átomo que desprende sus granos de materia, nacen bastones de otate o de bambú, firmemente tallados. De cabeza verde y áurea, las ramas aprovechan su forma natural, presentado dos cuernos de venado que exhiben su vínculo estrecho con la tierra.Como palos sembradores o aparatos de ofrenda, quizás, destinados a servir a alguna divinidad, del sol o del agua, cuando se celebraban los tiempos de transición y cambios de estaciones.

En sus terminaciones, emergen reptiles articulados. Entidades polisémicas, símbolos de varias caras, mortíferos y vivientes, se muerden la cola y refuerzan el carácter cíclico de la dinámica de implosión y de su eterno re empezar.

El conjunto en elevación que invade el espacio multinivel pone en escena objetos que pueblan nuestro cotidiano. De materialidad ligera, suave o rígida. Pero, entrelazados entre si, pretenden verse revisitados, destacando la pluralidad de sus formas, sentidos y usos que adquirieron según las épocas y los contextos. Los discos de metal pasan a ser, por un momento, el punto focal y radiante de la instalación, fuerza explosiva y fuente creatriz atómica. Las herramientas de culto que solían saludar la llegada de los equinoccios y solsticios, que vuelven a ser pastiches de la era colonial, en las danzas otoñales de octubre.Las serpientes desmembradas provenientes de horizontes demasiado lejanos, que agarran con fuerza sus mil caras al pisar el terruño mexicano.

Átomo de oro se presenta como una obra iterativa, en capada y sedimentada, dándose aver como alegoría del proceso de mestizaje de dichos objetos, de su reinvención cíclica y de su adaptación perpetua, entre lo común, lo simbólico y lo sagrado, poniendo al clímax la era del sincretismo y, a veces, del falso espiritual.

– Lucile Moal.