José Luis Landet / Paisaje Recuperado

Sala Principal
17 de julio – 25 de agosto, 2012

 
Los pinturas que le dan nombre a la exposición (Paisaje Recuperado I, III y IV) presentan imágenes deconstruidas, diseccionadas y categorizadas de paisajes idílicos, opuestos a la experiencia del artista en su residencia en Lima, Perú, donde el clima no era el más amistoso. La apropiación y reconfiguración de estas imágenes le permitió reflexionar sobre la representación de la naturaleza en cuanto a que no solo presenta la ventana hacia un afuera, sino que permite también un ejercicio de autoreconocimiento
cuando se dimensiona ante ella. Justo esa correspondencia es la que da lugar a las formas negras sobre estos paisajes recuperados,
geometrías parte del archivo iconográfico del artista, un alfabeto propio que hace referencia a los primeros monolitos erigidos en un esfuerzo del hombre por posicionarse ante su entorno.

La segunda línea de trabajo contiene a Prototipo de Bandera, cuyas diferentes configuraciones mantienen a los materiales que las construyen casi intactos, dejando que la carga cultural de la madera y sobre todo la del fieltro, establezcan lo que el artista denomina “políticas del lenguaje”: los diferentes caminos y niveles de la comunicación que siempre le han interesado a Landet. Estos estandartes de lugares e ideas flexibles se encuentran conjugados con las piezas de Principio de Polarización donde el agua y la tinta continúan el uso de los contrastes en una relación estrecha con el tiempo, el terreno donde las dosis de ambos líquidos se
racionalizan para generar variaciones en la superficie.

Principio de Polarización sirve como espacio de transición hacia una tercera de línea de trabajo en la que tres piezas se articulan en un ciclo formal y temporal dentro de la exhibición. Una caja de madera negra utilizada para transportar gallos de pelea de la serie Antimonumentos, es el punto de origen en el que la historia del objeto se encuentra en tensión con la altura en la que es presentado, un Prototipo de Bandera sirve como señalamiento y marca la dirección hacia Duda, donde la acción de manchar un pedazo de fieltro se complementó por fuerza y gesto de la gravedad, acercándose hacia el escape orgánico del recorrido con Volemia, una rudimentaria máquina que alimenta con tinta negra a seis mil hojas en blanco. Seis mil hojas como los seis mil mililitros de sangre en el cuerpo humano.