Sala Principal
Feb 6 – Mar 24
1.Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo. Acceder a un país, a una ciudad, a un barrio, a una casa, a una habitación significa, además de una ruta, un desdoblamiento del ser incógnito al ser íntimo. Tal acercamiento predispone que los actos y los reflejos originados en el desplazamiento acompasen la temporalidad en donde aquel se detiene, se mimetiza con el espacio en turno. En ese lugar, en cada uno, el ser es un elemento entre aquella armonía: el país lo oculta, la ciudad lo protege, el barrio lo adopta, la casa lo invita, la habitación lo confronta. 2.Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es un amigo. Dentro no ocurre nada. Un habitante es anfitrión y es visitante a la vez. Las paredes son aristas que convergen para comprimir y descomprimir su respiración. Los límites del cuerpo latente son los márgenes del habitáculo que, de ser roto, tendría el tamaño exacto del objeto punzante, su puño, su cabeza. Afuera no ocurre nada. Solo un lado permanece activo pues a nadie consta la existencia de alguien habitando el interior, y a ese alguien no consta la existencia del otro imaginándole desde el exterior de tal emplazamiento que pareciera nunca estuvo. Aquí y allá el país es idea, la ciudad esperanza, el barrio es palabra, la casa es ruina, la habitación mentira. 3.Ningún animal usará ropa. El día es el que persigue al día y la noche es una distancia que mide lo mismo que la búsqueda. La miseria está presente a todas horas y en todo lugar, nada la cubre ni la derriba. Es una barricada que le protesta al aire, el estrato del presente que estorba en su cualidad de sombra que ya no cabe y urge desaparecer. Debajo y detrás, el país avanza y atrofia, la ciudad propone y sabotea, el barrio festeja y traiciona, la casa refugia y entrampa, la habitación reconforta y repele. 4.Ningún animal dormirá en una cama. El primer movimiento genera el primer sonido. Cruje la oscuridad para dar paso a la luz. La arquitectura crece como un tumor que se adhiere a las cosas menos pensadas, en donde las plantas y los insectos se solidifican para pertenecer al complejo. El hambre provoca el lento impulso de salir y, sin embargo, este no deja nada tras de sí: la construcción es velozmente incorporada porque sobrevivir es un hábito que no permite desperdicio sino que exige re-significación. El país se vende, la ciudad se presta, el barrio se intercambia, la casa se roba, la habitación se quema. 5.Ningún animal beberá alcohol. De la recolección a la invención y de la urgencia a la estrategia. Del nómada al sedentario, las huellas de sus actos y acciones sin retorno posible, la inconsistencia del éxito, la constancia del conformismo, el enunciado y la plegaria repetido a la nada. El país es estabilidad, la
ciudad monumento, el barrio estatua, la casa persona, la habitación animal. 6. Ningún animal matará a otro animal. ¿Qué es ser animal? ¿Qué es ser persona? El animal es simplemente naturaleza, con un lugar, pero sin más deseo que la propia supervivencia. La persona es antinatura, sin lugar, y con el deseo de ser algo, ser alguien, alejarse de lo animal, alejarse de ella misma, siendo como un animal, nunca siendo ella misma. País de habitantes, ciudad de gente, barrio de congéneres, casa de familia, habitación de sí mismo. 7.Todos los animales son iguales. “Los animales que estaban fuera miraban a un cerdo y después a un hombre, a un hombre y después a un cerdo y de nuevo a un cerdo y después a un hombre, y ya no podían saber cuál era cuál”. Rebelión en la granja, G. Orwell
Fernando Carabajal
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