Sala de proyectos
15 de Noviembre, 2016 – 21 de Enero, 2017
Tanto las sociedades peruana como la mexicana cuentan con una fuerte tradición precolombina, que ha sido referida como elemento de construcción identitaria en los procesos de consolidación del Estado-Nación. El rescate de la cultura Inca como de la Azteca, en cada caso, han buscado abonar en la concepción de un pasado grandioso, unificado y poco problematizado que pretende dotar a los habitantes del territorio de una supuesta pertenencia compartida a un pasado enaltecido. A la par de estos procesos y a lo largo de varios siglos, se ha dado en ambas sociedades, una fuerte estratificación social definida, no sólo por aspectos económicos, sino también por una evidente carga racial.
El trabajo de José Vera (Lima, 1981) problematiza y reflexiona sobre la manera en que las sociedades contemporáneas tienen una fascinación por objetos de dicho pasado enaltecido, en los cuáles buscan encontrar significado y valor simbólico, sin embargo esta apropiación pertenece a un proceso de domesticación, en donde los objetos pierden su sacralidad y se convierten en mercancías folklóricas.
A partir de una invitación, del artista para dialogar sobre la exposición, le planteé algunas preguntas que buscan proporcionar elementos para construir una mirada informada a su obra. Aquí el diálogo entablado a distancia entre la Ciudad de México y Lima.
Diálogo entre Josefa Ortega y José Vera
JO: Me comentaste que un texto importante que nutre la propuesta de la exposición es El sistema de los objetos, de Jean Baudrillard. En él se problematiza la relación de las sociedades actuales con los objetos de culturas del pasado, como una práctica que busca reivindicar el valor mercantil y estético de dichos objetos, eliminando su contenido sagrado y simbólico originario. En la muestra se exhibe una obra que es una reproducción de una pieza precolombina de la cultura Chincha, ¿de qué manera crees que en la obra se materializa la aproximación crítica que nutrió su concepción?
JV: Bueno, en el capítulo que Baudrillard dedica al objeto antiguo habla de la gran demanda de las sociedades “civilizadas” por objetos rústicos, folklóricos o hechos a mano como una necesidad de añadirle un sentido “trascendente” a una realidad donde los objetos se limitan únicamente a cumplir su función pero están desprovistos de toda carga simbólica. Yo lo que he tratado es de jugar un poco con esta idea de demanda de objetos rústicos y exóticos, porque pone de manifiesto una carencia de orden espiritual y emocional generalizada en las sociedades modernas. Me parece divertida esta aproximación casi infantil del hombre “civilizado” hacia estos objetos, como niños buscando su osito de peluche a medianoche.
Entonces esta pieza tallada en madera perteneciente a la cultura Chincha (que tuvo lugar en la costa sur del Perú entre los años 800 d.C y 1476 d.C ) colocada de cara a una gran pared azul, se presenta indefensa y a merced de las demandas del hombre moderno. El azul al que esta expuesta hace referencia a los muros de concreto que se colocan en las áreas arqueológicas del Perú, pero también funciona como reflejo emocional del propio objeto. Como si presintiera que la única manera que tiene de sobrevivir en un futuro próximo será por medio de la caricaturización de sí misma.
JO: La otra pieza es una transcripción del libro de Claude Levi Strauss La alfarera celosa, ¿Por qué decidiste hacer la reproducción de este texto?
JV: Al inicio de ese libro se describen diversos mitos que narran el surgimiento de la alfarería en América. Desde la selección del barro, la elaboración de las vasijas y su cocción entran a tallar elementos fundamentales del mundo natural como el agua, la tierra, el fuego y el aire. Las vasijas llevan consigo entonces impregnadas en su elaboración la carga de estos elementos. Me gusta pensar en estos objetos/utensilios como una reflexión sobre el mundo y su origen. Y muy en el fondo creo que es ahí donde radica esa necesidad de las sociedades modernas por poseerlos, pues sirven de alguna manera para resignificar una cotidianeidad en donde los objetos están divorciados del mundo y de uno mismo, y donde únicamente se les exige funcionalidad más no significado.
Una artesanía no satisface las necesidades de quien la produce, sino de quien la consume. Está producida casi por encargo, y responde a una serie de demandas externas a ella, y lo que sucede es que esta demanda de objetos “primitivos” merma finalmente la esencia y la autenticidad de las culturas en pos de una producción seriada que responda a las exigencias del hombre blanco.
Creo que este texto me sirve para reconciliar esas dos visiones opuestas del mundo, la del “civilizado” y la del “salvaje” porque en él se hace un análisis de los mitos indígenas como una forma de explicar emociones humanas y naturaleza, y de cómo este pensamiento mítico guarda una relación muy estrecha con algunas nociones del sicoanálisis.
JO: La práctica de cubrir dientes de oro, en algún momento tuvo un valor de status, sin embargo esta perspectiva se ha modificado y ahora es mal vista, se asocia con una cultura popular kitsch, de riqueza recién adquirida, en la que la ostentación rige los valores estéticos. ¿Por qué integrar este concepto en el título de la exposición?
JV: El titulo pertenece a una letra de Rubén Blades, y me pareció que de alguna manera divertida esa frase hacia referencia a varias de las ideas que están detrás de esta exposición.
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