Sala Principal
8 de noviembre, 2012 – 23 de enero, 2013
En 1847 el músico francés Charles-Valentin Alkan compuso La Chanson de la folle au bord de la mer, mientras que George Tsontakis en 1991 creó Ghost variations. A partir de estas dos composiciones para piano, Omar Barquet (Chetumal, 1979) ha configurado una urdimbre donde la multiplicidad de voces empleadas entreteje líneas en torno a la noche, la locura y el resplandor.
Semejante a una fuga, las pinturas, collages, esculturas e instalaciones reunidas en Variaciones fantasma reconcilian la gravedad y la fuerza de sus materiales con la fragilidad de la luz, la memoria y el sonido, propiciando una narrativa incierta sobre el rumor y el eco. Como oscura trama que avanza y retrocede simultáneamente, recogiéndose y dispersándose sin orden, la obra más reciente de Barquet prefigura el dorso de una visión dominante. En lugar de causas y efectos, hay azar; ante el destello, inaprensibles sombras; en vez de certezas, contingencia; y, tras percusiones, murmullos. Desde el conjunto de pequeños ensambles en madera –negro sobre negro– Notturnos (2009), la serie pictórica Cuadrantes (2009-2012) y hasta el tríptico en collage Ghost variations (2012), Omar Barquet atiende las tenues afectaciones del tiempo sobre la materia: de la más leve alteración a la pérdida, y del olvido a
su presencia intacta.
A través de sucesivas y sutiles variaciones, la mirada de Barquet se detiene (un inestable demorarse deviene su método) frente a la lejanía que media entre el anverso y el reverso que nos constituye. De este modo, su obra resulta testigo y testimonio de lo que Sor Juana Inés de la Cruz llamó “imperio silencioso”: un nombrar callado más que pronunciado. Preludio y fuga de una savia que lo inunda todo. Sin embargo, el silencio aquí es tan solo una evocación inminente.
Una oquedad que cada obra bordea, dibujando su ausencia. Así sucede con el objeto escultórico The song of the mad woman on the
sea shore (2012), silla fragmentada de sus extremidades que reposa en su propio peso, reverberación sobre oleaje. Rastro y resto de un umbral olvidado, resplandor y locura. Despojo de la luz anegando la noche. En Variaciones fantasma no hay seriación, como sucedió en el arte pop y sus posteriores seguidores, sino variación. Y cada una de estas alteraciones –frágiles e inequívocas, rumor y eco– es un espectro entrevisto, un fantasma de la fractura que nos escinde. Resonancia o fuente que imanta la penumbra y la memoria.
—Christian Barragán
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