Regla de Tres – Saúl Sánchez

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Sala Principal

29 de Enero,2010 – 17 de Febrero, 2010

Primero, la pintura: en esta exposición la idea es esconder la pintura y presentarla como un rollo de tela, tal cual, como recostada contra la pared de un taller. El artista me comentó que quisiera quitarle el sentido del espectáculo con la que viene envuelta. Creo que se trata de esconder la pintura del ¡oh, que maravilla! o del ¿qué significa?, o de consideraciones más prácticas: “no sé si me combina con el color del sofá”. Tal vez el artista quiere protegerla de tantos estereotipos que tenemos al mirar y que cargamos como piedras sin remover. Pero aunque la tela se muestra al revés, del otro lado hay imágenes pintadas con paciencia y sacadas al azar de revistas, del cine, de recuerdos, en fin. Algunos dicen que la mente es como una cámara de video que graba todo. Los artistas detienen ese flujo y escogen algunas y convierten las pequeñas cosas en acontecimientos.

 

Segundo, el coleccionista: se sabe que el coleccionista es un voyerista, curioso, y, aunque ciego, corta, manda tensar, cuelga, relaciona, discute con los amigos, compara, paga y confía en que el arte amplíe las ecuaciones en las que se mueve. Y también confía en la pintura, que en estos tiempos se siente tan desesperada porque no quiere ser espejo y representar, sino preguntarse por ella misma. ¿Qué tipo de objeto soy?, así como soy: simple, burda, por detrás, sin idealización, ¿seré bella?, ¿cuento una historia?, ¿decoro? ¿conmuevo?, ¿atrapo?, ¿señalo? El coleccionista se lleva para su casa una pintura con muchas preguntas casi al borde de un ataque de nervios. Pero no hay que olvidar que el coleccionista “rapta los tipos que su época le ofrece para llevarlos a su casa y exponerlos” y, de esa manera, como un historiador anónimo, quedan al descubierto los “raros” patrones de la historia que nos tocó vivir.

 

Tercero, el espectador: es un preguntón por excelencia. Tal vez se preguntará qué pasa en una galería de arte vacía con una mesa y un metro y un rollo de tela blanca. Se preguntará dónde está la experiencia de la pintura, si no en la imagen pintada –porque no se ve por ninguna parte–, en otro lugar, en el revés, en las experiencias excluidas. Tendrá que poner sobre la mesa sus puntos de vista discutir sobre las unidades de medida y echar a andar la regla de tres.

 

En esta exposición hay un rollo de tela de 170 cm de alto y 15 metros de largo, pintado al acrílico, con imágenes que no se ven porque la tela está enrollada por el revés. El coleccionista podrá comprar mínimo 50 cm de tela, 50 cm de ancho, pero como la tela tiene 170 cm de alto, el coleccionista comprará, si somos francos, un larguero. Pero también puede decidirse a comprar más, hasta 150 cm que es el tope. Recordemos que en este caso comprará 150 cm de ancho y, como la tela tiene 170 cm de alto, se llevará para su colección un gran casi-cuadrado. Después de echar a andar la regla de tres y decidirse, el coleccionista mandará cortar su tela, probablemente la enrollará y se la llevará debajo del brazo para su casa, apartamento u oficina, o podrá subir al segundo piso para mandarla tensar en un bastidor. Y bueno, tendrá que dejarse sorprender con lo que aparezca y tal vez experimentar: tensarla al revés o al derecho –a estas alturas no sabemos cuál es cuál–, y dejarse sorprender de nuevo con los “deprontos”: de pronto en las esquinas quedarán atrapadas imágenes medio visibles y medio ocultas, como son en realidad las imágenes.

— Natalia Gutiérrez

 

 

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